"Quejarse está prohibido", este es el lema de las escuelas donde se forjan los nuevos talentos chinos del deporte... No obstante, muchas miradas nublan su vista ante las crueles condiciones de vida de las futuras estrellas chinas: duros entrenamientos y desatención en la educación en niños de cuatro a siete años de edad sometidos a escalofriantes estiramientos y ejercicios de impresión a diario y sin descanso.
Y es que triunfar en China supone tener la vida resuelta. Por ejemplo: Un campeón olímpico tiene su vida solucionada. En los pasados JJ.OO de Pekín el premio del Estado era de cien mil euros, pero los gobiernos locales daban más dinero, casa, auto... Una medalla podía suponer hasta medio millón de euros. Un auténtico dineral para ese país comunista. Así, la anfitriona china echó el resto reventando el medallero: 100 metales, diez menos que EE.UU. pero más valiosos por sus 51 oros. ¡Con su pan se lo coman!
En China hay 221 escuelas de élite, 11.600 especializadas en deportes, seis millones de jóvenes atletas... y una dureza, un castigo y una sin vergüenza que no afloja.
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