Mostrando entradas con la etiqueta Deportes. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Deportes. Mostrar todas las entradas

jueves, 12 de agosto de 2010

Cuando el triunfo es sinónimo de vergüenza

"Quejarse está prohibido", este es el lema de las escuelas donde se forjan los nuevos talentos chinos del deporte... No obstante, muchas miradas nublan su vista ante las crueles condiciones de vida de las futuras estrellas chinas: duros entrenamientos y desatención en la educación en niños de cuatro a siete años de edad sometidos a escalofriantes estiramientos y ejercicios de impresión a diario y sin descanso.

Tortura china

Y es que triunfar en China supone tener la vida resuelta. Por ejemplo: Un campeón olímpico tiene su vida solucionada. En los pasados JJ.OO de Pekín el premio del Estado era de cien mil euros, pero los gobiernos locales daban más dinero, casa, auto... Una medalla podía suponer hasta medio millón de euros. Un auténtico dineral para ese país comunista. Así, la anfitriona china echó el resto reventando el medallero: 100 metales, diez menos que EE.UU. pero más valiosos por sus 51 oros. ¡Con su pan se lo coman!
En China hay 221 escuelas de élite, 11.600 especializadas en deportes, seis millones de jóvenes atletas... y una dureza, un castigo y una sin vergüenza que no afloja.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Kushti

Kushti

Un luchador de kushti preparando la tierra del ring para una pelea. Se trata de una especialidad de lucha procedente de la zona del indo-pakistán que se practica desde hace miles de años y que es deporte nacional.
En su versión original estaba todo permitido, donde el objetivo bélico era acabar con la vida del enemigo. Hoy, en cambio, el kushti (o pahalawi) se rige por reglas que impiden el derramamiento de sangre, si bien hay luchadores que llevan mutiladas las orejas para evitar mordiscos.
Estamos ante algo más que un deporte, es un arte milenario de gran tradición al que se atribuyen valores espirituales e incluso místicos. Es un modo de vida, basado en un duro entrenamiento y una buena preparación del luchador que aprende la disciplina del cuidado de la mente y el cuerpo. Para poder mantener esta dualidad, se deben realizar diferentes ejercicios, como el yoga, que relaja y prepara la mente, armoniza el cuerpo y ayuda a controlar la respiración; o el vyayam, un entrenamiento físico para el desarrollo de los músculos, la fuerza y la flexibilidad. Además, se basa en determinadas reglas que provoca que los luchadores vivan casi en misticismo alejados de los placeres carnales (brahmacharya o celibato).
Menos espiritual y mucho más violenta, su forma tradicional consistía en una técnica de combate que utilizaban los guerreros para defender sus respectivos reinos. Con el paso del tiempo, las reglas y las técnicas que antaño se usaban en las batallas se fueron depurando hasta convertirlo en un deporte muy popular, que practican quienes pueden permitirse pagar un gimnasio incluso de estilo occidental. Hoy no se llega a confrontaciones a muerte ni se cortan cabezas, pero no es difícil distinguir por la calle a un luchador. Con casi toda probabilidad llevará las orejas mutiladas en una extraña forma de flor para evitar los mordiscos. Esto se debe a que, aunque es muy parecido a la lucha libre de otros países, también es mucho más permisivo. Las competiciones son sólo amistosas y suelen durar entre cinco y diez minutos (más el tiempo que se le añade por preámbulos, ya que cuanto más experto es un luchador, más actos de concentración realiza, como orar en silencio antes de comenzar, o tocar la arena tres veces y después llevarse un poco de ésta a la frente), pero con frecuencia los luchadores pierden el control y se producen agarrones y malas entradas. No es difícil que se produzcan incidentes cuando para vencer hay que conseguir agarrar al adversario a la altura del estómago, bloquearle las piernas y derribarlo haciendo que toque el suelo con la espalda.

Kushti

Un guerrero kushti bañándose después de un entrenamiento. Lleva el cuero cabelludo rapado y viste únicamente un taparrabos (janghiya), tal y como exigen las reglas.
El kushti tiene hasta siete categorías de pesos, la inferior, de 52 kilos, y la superior, de 120. Y los luchadores, muy admirados por el pueblo e ídolos de los más pequeños (al estilo de lo que pudo ser en su día Mohamed Alí en los Estados Unidos, por ejemplo), ejercitan su cuerpo en maratonianos entrenamientos bajo una especie de entrenadores que reciben el nombre de pahalwan, hombres que fueron luchadores en su juventud pero que, ya mayores, quieren seguir en contacto con este deporte. Son los encargados de controlar a los alumnos en las akharas o gimnasios, su hogar y su lugar de aprendizaje. Por norma común se trata de incómodos y viejos edificios de una planta, donde duermen todos juntos con mantas sobre el suelo de arena (a la que atribuyen propiedades curativas), la misma superficie en la que se combate después. La vida allí es más estricta que en un monasterio, pues para ser fieles a su filosofía tienen que apartarse de los placeres de la vida. No existe la intimidad ni las pertenencias; únicamente algo de vestimenta, libros sobre esta lucha y lo que depare la naturaleza: aire, agua y árboles. Descansan tan solo un día a la semana, que dedican a rezar juntos en el templo o a ir al cine en busca de una pequeña distracción. Los gurús les imponen la dieta y les señalan la cantidad de tiempo que van a estar ejercitándose. Nada en este deporte queda al azar, todo está perfectamente estudiado y a pesar de que ya no se defienden reinos enteros con él, y aunque ya nadie cree en las leyendas que narran luchas entre dioses y mortales con esta técnica, es una tradición antiquísima que aún hoy es seguida con devoción por multitudes.

Kushti

Las 10 entradas más populares