A la Tierra la rodean más de 15.550 escombros, desde viejos cohetes y lanzadores hasta satélites en desuso. La 'basura espacial' es la cantidad de satélites activos o inactivos que han sido lanzados o bajados de sus órbitas para ser hundidos en el mar, cohetes espaciales antiguos y en funcionamiento, y demás objetos, procedentes de la fragmentación de residuos generados por ejemplo en explosiones.
Sobre los países y organizaciones que desechan estos aparatos, de los 15.550 cuerpos espaciales, la 'Commonwealth of Independent States' (CIS), Reino Unido y sus ex colonias, es la que mayor cantidad de basura registra en el espacio, con un total de 5.833 objetos; seguida de Estados Unidos con 4.824, y de China con 3.388. Mientras, la Agencia Espacial Europea (ESA) es la entidad con menos basura espacial, con tan sólo 83 cuerpos, de los que concretamente 39 proceden de explosiones y 44 son cohetes, cuerpos y demás escombros. Después, hay países que independientemente de la agencia espacial a la que pertenezcan, también envían y "tiran a la órbita terrestre" aparatos espaciales. Así, sería el caso de los 472 de Francia, los 190 que tiene Japón, o los 170 de la India.
La NASA cuenta con el programa 'U.S Space Surveillance Network', una iniciativa del Ejecutivo estadounidense que detecta por radares estos cuerpos, que deben superar los cinco centímetros, los controla, cataloga e identifica, además de predecir cuándo y dónde caerán en la Tierra.
Por otro lado, un estudio de la Universidad inglesa de Southampton sugiere que el aumento de dióxido de carbono atmosférico, que provoca el cambio climático, no sólo elevaría el nivel del mar o derretiría a los glaciares, si no que también favorecería la proliferación de la basura espacial. Así, después de analizar información sobre treinta satélites en los últimos 40 años, este equipo de científicos ha confirmado que las capas superiores de la atmósfera están perdiendo densidad, como consecuencia del incremento del CO2, que hace que los satélites permanezcan en órbita hasta un 25 por ciento más de tiempo, aumentando la posibilidad de colisiones y accidentes espaciales. De esta manera, una nave que normalmente permanecería en órbita unos 25 años ahora podría hacerlo treinta por estos cambios en la atmósfera.
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