domingo, 1 de noviembre de 2009

¿Espíritus ruidosos, electricidad estática o jovencitas con las hormonas desatadas?

Se manifiestan arrojando tierra, haciendo volar objetos por los aires, generando aromas extraños y desagradables en el ambiente, provocando ruidos estruendosos, con luces inexplicables y, en ocasiones, con apariciones fantasmales. Vajillas que se caen de los aparadores, cuadros colgados de la pared que dan vueltas girando alocadamente, cristales que se rompen, enseres que se incendian de forma espontánea, bombillas que explotan, teléfonos que no paran de sonar... o cosas más alarmantes, como piedras o clavos cayendo del mismísimo cielo. La experiencia suele tener un inicio abrupto, y el incidente puede durar desde horas a incluso años. Son los fenómenos poltergeist.
En parapsicología, poltergeist -palabra que etimológicamente proviene del idioma alemán: polter=ruido y geist=espíritu- significa "espíritu molesto", dañino y en su expresión más popular fantasma. Este fenómeno se manifiesta sin importar hora ni lugar.
Desde muy antiguo hay constancia en todo el planeta de sucesos ocasionados por los poltergeist. Los primeros reportes de poltergeist datan de la Antigua Roma. Otros documentos los sitúan también en la Edad Media, en Oriente y Occidente... pero a pesar de todo, su descripción, casi idéntica en todas partes, es además prácticamente igual a la época actual.
A finales de los años 70, los parapsicólogos A. D. Cornell y Alan Gauld llevaron a término un interesante análisis de medio millar de casos ocurridos en el mundo desde el año 1800 ayudados mediante computadoras, identificando sesenta y tres características generales que describirían el fenómeno, entre las que destacan: el 64 por ciento de los casos había consistido en movimientos de objetos pequeños; el 58 por ciento fueron más intensos por la noche; en el 48 por ciento hubo objetos golpeados; el 36 por ciento consistió en el movimiento de objetos de gran tamaño; el 24 por ciento duró más de un año; en el 16 por ciento hubo comunicación entre el poltergeist y el agente, y en el 12 por ciento hubo abrir y cerrar de ventanas y puertas.
Con anterioridad al siglo XIX, la culpa de las manifestaciones de los poltergeist recaía en el diablo y otros demonios, así como en las brujas y los fantasmas de gente fallecida. Pero, en verdad, ¿a qué nos enfrentamos?
Oír caídas de piedras, el desplazamiento de objetos, el abrir y cerrar de puertas sin razón alguna o sin una causa física visible, es lógico que haya dado origen a temores (y escepticismo por igual modo) ya que no fue hasta el desarrollo que trajo consigo el final del siglo XIX y comienzos del XX lo que permitió estudiar seria y científicamente un fenómeno que se suele asociar con el espiritismo (una rama poco conocida, no aceptada como ciencia aunque sea parte integrante y significativa de la parapsicología).
Desde ese momento, la actividad poltergeist se ha investigado exhaustivamente y aun siendo un fenómeno muy fácil de falsificar, existe un importante número de sucesos inexplicados registrados, es decir, auténticos.
La teoría más comúnmente aceptada es que los jóvenes, especialmente en la pubertad, reaccionan con campos electromagnéticos especialmente fuertes en ciertos lugares, lo que podría provocar el movimiento de objetos pequeños. Y es que el fenómeno suele manifestarse sobre todo cuando un miembro adolescente de la familia (sobre todo chicas) está presente -actuando inconscientemente como agente o foco-, y curiosamente suele cesar cuando esta persona se ausenta o hay extraños en la casa. No obstante, esta hipótesis no explicaría todos los casos ni las acciones más espectaculares atribuidas a los poltergeist.
Otra versión plantea que los poltergeist se originan cuando una persona muere en medio de un sentimiento de ira, quedando esa emoción impregnada en el lugar lo que provocaría el fenómeno hasta que tan fuerte energía se disipe. Sin embargo, no son pocos los poltergeist que han tenido la capacidad de tomar forma y personalidad, lo que sugiere algún tipo de conciencia e intencionalidad en el hecho.
Finalmente, parte de la comunidad científica arguye que toda actividad poltergeist que no se pueda demostrar como falsa, encuentra su explicación física en la electricidad estática, campos electromagnéticos, ultra- e infrasonido y/o aire ionizado. Pero tampoco acaban de convencer dichas explicaciones del todo.
Por lo que, a falta de más investigación, no nos queda más remedio que esperar a que el misterio se desentrañe y que mientras lo hacemos cada cual extraiga sus propias conclusiones con los datos existentes en la mano, cavilando sobre ello y tomando partido por la explicación que más nos seduzca.
(Para saber un poco más sobre el tema podéis leer el siguiente artículo que he elaborado -en base al que estáis ahora leyendo- para Revista Caos, publicación en línea académica y científica con fuerte vinculación universitaria para la que desde este mes comienzo a colaborar. Gracias.)

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