En el punto más álgido de la Guerra fría, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos de América desarrolló un plan secreto para exhibir su poderío militar con el objetivo de hacer estallar nada menos que una bomba atómica en la Luna.

“Estaba claro que el principal objetivo de la detonación era proyectar una imagen de fuerza y mostrar nuestra superioridad militar. La Fuerza Aérea quería que se produjera una nube en forma de hongo lo suficientemente grande para que pudiera verse desde la Tierra”, dijo. "En aquel entonces Estados Unidos iba rezagado en la carrera espacial".
"Lo ideal, obviamente, era que la explosión se produjera en el lado oculto de la Luna y, en teoría si la bomba estallaba en el polo del satélite, el hongo atómico quedaría iluminado por el sol". La bomba debía ser al menos tan potente como la lanzada sobre Hiroshima a finales de la II Guerra Mundial.
"En aquel entonces dejé bien sentado que la ciencia pagaría un alto precio por destruir un entorno lunar impoluto, pero la Fuerza Aérea solamente estaba interesada en la forma en que se vería la explosión desde la Tierra”, afirmó.
Si bien Reiffel apuntó que la detonación hubiese tenido poco impacto sobre el medio ambiente de nuestro planeta, el cráter habría cambiado la cara de la Luna.
Reiffel no quiso revelar la forma en que iba a producirse la explosión, aunque confesó que "era sin duda viable desde un punto de vista técnico", y que en aquel entonces un misil balístico intercontinental armado con una cabeza nuclear era capaz de alcanzar su objetivo en la Luna con una desviación de dos millas tan solo (unos tres kilómetros aproximadamente).
En 1958, varios oficiales de la Fuerza Aérea de Estados Unidos se pusieron en contacto con Reiffel y le pidieron que llevara a cabo un estudio "en el menor tiempo posible" sobre la visibilidad y los efectos de una explosión nuclear en la Luna.
El nombre del proyecto secreto Al19 era Estudio de Vuelos de Reconocimiento a la Luna.
"De haberse hecho público el proyecto, se habrían producido protestas generalizadas", opinó Reiffel.

En aquel entonces, los científicos todavía pensaban que podría haber microbios en la Luna y Carl Sagan había sugerido realizar una prueba nuclear en el satélite para comprobar la existencia de microorganismos. Sin embargo, nunca se reveló el objetivo final del proyecto Al19.
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