lunes, 27 de julio de 2009
lunes, 20 de julio de 2009
El proscrito que se convirtió en un par de zapatos
George Parrot (su verdadero nombre era George Manuse), fue un famoso forajido en la historia de los Estados Unidos que acabó sus días colgado de una horca en la ciudad de Rawlins.
Apodado 'Big Nose (Gran Nariz) George', no solamente se le recuerda por sus grandes fechorías (robo de ganado, ladrón de caballos o salteador de caminos... entre otras) sino también por ser el único hombre en la historia estadounidense conocida que se convirtió en un par de zapatos después de su muerte, incluso utilizados con mucho orgullo por uno de los médicos que recibió su cuerpo tras ser ejecutado por sus numerosos delitos.
El 16 de agosto de 1878, tras una ardua planificación de cómo llevarlo a cabo, George tenía previsto robar junto al resto de la banda de la que formaba parte, el tren de la Unión Pacific, mediante la manipulación de las vías del ferrocarril. Por aquel entonces los trenes solían albergar más dinero que los mismos bancos. El plan era sencillo: manipular las vías y aguardar escondidos el descarrilamiento. Mucho más fácil, sin duda, que asaltar el tren en movimiento. Una vez producido, se echarían encima haciéndose con todo lo de valor. Sin embargo, dos miembros del servicio del ferrocarril descubrieron antes de tiempo el sabotaje ferroviario y echaron por tierra todos sus propósitos.
Frustrado el plan, viendo cómo la vía era reparada y el tren de la Unión Pacific pasaba sin ningún tipo de problema por el lugar escogido para el asalto, a los bandidos no les quedó más remedio que huir de la región a toda prisa, antes de que los miembros del ferrocarril les dieran caza.
Perseguidos hasta la extenuación a través del Cañón Rattlesnake, en la montaña de Elk, Parrot y los suyos, en una hábil emboscada, consiguieron eliminar a sus perseguidores cuando ya creían tenerlo todo perdido. Pero sus días de huida no habían acabado. Al corriente del fallecimiento de sus hombres, la Unión Pacific Railroad intensificó con más ahínco si cabe sus esfuerzos en la búsqueda de los viles asesinos, ofreciendo incluso una recompensa de 10.000 dólares por su captura, (wanted: dead and alive), vivos o muertos.
Fue entonces cuando la banda llegó a la conclusión de que lo mejor era separarse y seguir cada uno su propio camino y suerte... Big Nose George decidiría dirigir sus pasos hacia la ciudad de Montana.
Así pasó el tiempo, y quizá creyendo que lo peor ya había pasado, bajó la guardia, y un día de borrachera, en la ebriedad del momento, comenzó a contarle a todo el mundo el famoso intento de robo del tren y los posteriores asesinatos de los funcionarios del ferrocarril. Los rumores de tal declaración no tardarían en llegar a oídos del sheriff del condado, que rápidamente lo detuvo.
Confirmado quién era, las masas, deseosas de justicia, se prepararon para un rápido linchamiento. No obstante, George Parrot suplicó clemencia y pidió ser llevado a Rawlins para un juicio justo, comprometiéndose a contar todo lo que sabía de los asesinatos y del paradero del resto de los miembros de la banda: los hermanos Frank y Jesse James y Charley el holandés. Finalmente el sheriff consintió, aunque en el juicio celebrado el 15 de diciembre de 1880, y a pesar de confesar su clara participación en los hechos narrados, buscando sin duda cierta indulgencia en el veredicto final, fue declarado culpable -ya que, además, el resto de la banda nunca fue detenida, salvo un miembro que cayó muerto al intentar robar otro tren- y condenado a ser colgado el 2 de abril de 1881.
Sin embargo, George aún no tenía previsto rendirse, ni dejarse llevar tan fácilmente a la horca, por ello intentaría todavía huir en una última ocasión y a la desesperada de su prisión el 22 de marzo siguiente. En su infructuosa fuga acabaría con la vida de un carcelero fracturándole el cráneo de un certero golpe, pero todo fue inútil. Y capturado de nuevo, regresó a su celda.
Este suceso fue la gota que colmó el vaso entre la población. Cuando se corrió la noticia por la ciudad, el pueblo de Rawlins irrumpió raudo en la cárcel y una multitud enfervorecida arrastró al prisionero a la calle, organizándose a su vez una improvisada horca con un poste cercano de telégrafo. Los dos primeros intentos fallaron debido a la rotura de la cuerda, pero el tercero terminó con la carrera delictiva de Big Nose para siempre.
Acallada la cólera de la gente, el cuerpo del forajido permaneció allí colgado, bailando de su cuello y a la vista de todos para mayor escarnio durante largas horas.
Al no ser reclamado el cadáver por ningún familiar, los médicos de la ciudad, Maghee Thomas y John Osborn, decidieron tomar posesión de sus restos con el fin de estudiar el cerebro para determinar la razón de un comportamiento tan criminal.
Para ello, primero cortaron la parte superior del cráneo y examinaron detenidamente el cerebro en busca de algún detalle extraño que pudiera dar explicación a tamaña vida de desenfreno y asesinatos pero, obviamente, con la sapiencia tan rudimentaria de la época, no hallaron respuesta a sus muchas dudas y preguntas.
(También, antes, el joven doctor Osborn moldeó una máscara de yeso con el rostro de la muerte de Parrot. Este carecía de orejas ya que el bandido las perdió en la lucha cruel y asfixiante que mantuvo con la soga que puso punto final a su vida.)
A continuación, finalizada la búsqueda del porqué de su comportamiento, Osborn extrajo toda la piel de muslos y pecho del cuerpo del bandido y la envió a una tenería (fábrica donde se curten y trabajan las pieles) en Denver, Colorado, con unas instrucciones muy precisas:
se utilizaría para elaborar un par de zapatos y una bolsa de medicina.
La parte superior de su cráneo se convirtió en un bol y el resto del cuerpo se introdujo en un barril de güisqui y sal donde se mantendría alrededor de un año (para finalmente ser enterrado en el patio de atrás de la propia casa de Osborn).
Resul- ta curio- so comprobar que a pesar de las rarezas de este doctor, llamativas incluso para la época, tiempo después sería elegido gobernador del Estado de Wyoming (para luego convertirse en secretario de estado del mismísimo presidente Wilson) y cuentan las crónicas que usó tan particular par de zapatos incluso durante la inauguración de su mandato. (Aunque por el desgaste que se observan en los mismos, tuvo que hacerlo durante mucho tiempo.)
La vida continuaría su curso y cincuenta años más tarde, en 1951, los restos del forajido fueron encontrados por un equipo de albañiles que estaba preparando el terreno del antaño hogar del médico para los cimientos de un almacén.
Los zapatos, su cráneo, las armas y otras herramientas de Big Nose se pueden todavía contemplar hoy en el Carbon County Museum de Rawlins, una antigua iglesia mormónica.
Eso sí, nadie sabe qué sucedió con la bolsa de medicina.
lunes, 13 de julio de 2009
De videntes, Fidel Castro y otras guerras mundiales
La Tercera Guerra Mundial y la muerte de ciertos personajes de la política internacional, Fidel Castro entre ellos, han ocupado -desde hace muchos años- a los supuestos profetas, que, sin embargo, tal vez demasiado preocupados por temas de tanta trascendencia, no han coseguido ni un pleno en las quinielas, ni un premio, aunque sea pequeño en la lotería... claro, que tratándose de cosas tan terrenales.
Corrían los inicios del año 1993 (aún me encontraba por aquel entonces en la Isla y ocultamente nos llegó fresca la noticia desde Uruguay en el roto recorte de un diario de allí)... UNA VIDENTE VATICINA QUE ESTE AÑO ESTALLARÁ LA TERCERA GUERRA MUNDIAL ¡¡¡ Y MORIRÁ CASTRO !!! (Bueno, una cosa compensa claramente la otra, pensamos sin dudarlo los jóvenes -y más optimistas-.
Aún conservo ese trozo de periódico impagable, eso sí, algo borrado por el agua y la sangre del pedazo de Océano que a mí y a muchos que se quedaron por el camino nos unió a los Estados Unidos)... "Montevideo (diario La Mañana de Montevideo). La vidente uruguaya Nora Pandolfi, quien asegura que pronosticó el atentado del pasado año contra la embajada israelí en Argentina, vaticinó que en 1993 comenzará la tercera guerra mundial y morirá Castro, presidente de Cuba.
Pandolfi, de 42 años, afirma que heredó la clarividencia de su abuela, que practicaba la hidromancia -lectura en el agua-, y que ha empezado a vivir su propia experiencia a partir de una crisis personal, según explica en declaraciones..." bla bla bla...
La vidente uruguaya practica -supongo que aún continúa ejerciendo (espero que con mejor tino)- cábala mística, que se define como la integración cuerpo, mente y espíritu; la aplicación de lo que se puede denominar el conocimiento de Dios, de los ángeles, del cosmos; el estudio de los secretos del mundo que están en la Biblia.
Pandolfi, quien también afirmaba haber predicho el fallecimiento del cantante argentino Atahualpa Yupanqui, destacaba también que ese año se iniciaría la tercera guerra mundial. Es más, desde ese año hasta finales de siglo, durante cinco o siete años, habría una guerra consecutiva, expresaba la uruguaya, sin dar detalles sobre qué países participarían en ese supuesto conflicto bélico ni el motivo de su comienzo. Durante ese año se lograría la libertad absoluta de Cuba, predecía Pandolfi.
Pero, si no resulta fácil determinar la fecha en que puede desencadenarse una contienda, tampoco, una vez iniciada ésta, lo es establecer su duración, por lo que los que se las dan de profetas, se muestran, unas veces
demasiado optimistas...
El mariscal francés César Joseph Jacques Joffre (1852/1931), fue jefe de las Fuerzas Armadas de su país. En 1914 consiguió contener el avance alemán (I Guerra Mundial) sobre París, en el Marne, aunque su mérito, en este caso sea un tanto discutible; pero habiendo fracasado (diciembre de 1916) en el Somme, fue sustituido por Robert Georges Nivelle.
Cuando Alemania declaró la guerra a Francia (3 de agosto de 1914) un coronel apellidado Pénelon, propuso a Joffre que se proyectase un casco de guerra para la infantería. La respuesta del mariscal fue esta impagable perla del chauvinismo: "Mi querido amigo: no tendremos tiempo para fabricarlos. DERROTARÉ A LOS BOCHES ANTES DE DOS MESES". Los dos meses escasos se convirtieron en cuatro largos años. Y, desde luego, la industria militar francesa tuvo tiempo para fabricar cascos. Lo que viene a significar: No vendas la piel del oso antes de cazarlo.
... y demasiado pesimistas, otras...
Alfred Harmsworth Northcliffe (1865/1922), periodista y editor británico, notorio antigermanista, dirigió la propaganda política contra Alemania, con Lloyd Georges. En septiembre de 1918, cuando el final de la contienda se veía venir, formuló el siguiente vaticinio: "Ninguno de nosotros vivirá lo suficiente para ver el final de la guerra". ¡Ni que fuera la Guerra de los Cien Años...!, apenas unos días después todo había acabado.
Dicho lo cual, yo sigo creyendo en buena parte de la predicción de Nora Pandolfi. Simplemente se le precipitó un poco en el tiempo.
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