En la tradición taoísta, la inmortalidad es la recompensa a quienes llevan vidas solitarias de virtud ascética, adquiriendo tanta fuerza vital que continúan existiendo después de que sus cuerpos hayan muerto. Una vez abandonado su caparazón físico como un capullo, estos inmortales viajan a través del universo, disfrutando de una felicidad perfecta. Se reúnen en los banquetes del melocotón, celebrados por Xi Wang Mu, Reina Madre del Oeste.
Hace mucho tiempo, Xi Wang Mu se unió con el dios Mu Kung para engendrar el cielo, la tierra y todos los seres vivos. Ahora vive en las montañas Kunlun, que albergan la ciudad de oro de nueve pisos -junto al elusivo lago de las Gemas- y que guardan un árbol mágico con melocotones capaces de conferir la inmortalidad. Los frutos maduran para su cumpleaños, cada 3.000 años.
El festín celeste que sigue incluye no sólo melocotones frescos, sino manjares tan exóticos como labios de mono, garras de oso, hígados de dragón y tuétano de ave fénix. Según un antiguo texto, la comida es "festiva", con "música de instrumentos invisibles, y canciones que no provienen de gargantas mortales".
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