Kanchana Kaetkaew, la reina tailandesa del escorpión, a sus 38 años, sujetando un escorpión entre otros muchos que le recorren el cuerpo antes de introducírselo en la boca durante más tiempo que cualquier otro ser humano.
Esta mujer fue capaz de pasarse 32 días en el año 2002 encerrada en una jaula de cristal de doce metros cuadrados con 3.400 escorpiones -los arácnidos le picaron nueve veces durante el tiempo que permaneció encerrada, pero sobrevivió a todas las picaduras- y encontró el amor en el tailandés Bunthawee Siengwong (31 años) que entre otras lindezas compartió 28 días con 1.000 ciempiés. El caso es que, poco después de conocerse y jurarse amor eterno, decidieron contraer nupcias el día de San Valentín, como marca la tradición tailandesa. Lo hicieron en una casa "encantada" en la localidad de Pattaya, a ochenta kilómetros de Bangkok, y en una ceremonia de grupo que bautizaron como "Hasta que la muerte nos separe". Para que no faltase de nada, el vestuario nupcial estuvo manchado de sangre, no fuese que la ceremonia quedase demasiado aburrida. Por supuesto, la pareja estuvo patrocinada por el museo Ripley Créetelo o No de Pattaya, una rareza que puso en marcha un hombre que fracasó como dibujante de cómics y que se dedicó a recopilar objetos extraños por más de doscientos países. Para acabar, tras su enlace matrimonial -en 2006-, pasaron la noche de bodas en el interior de un ataúd.
No obstante, y pese a lo que pueda parecer, Kanchana tiene una dura competidora en Malasia: Nur Malena Hassan, que fue capaz de arrebatarle el récord del mundo en 2004 tras pasar 36 días en compañía de 6.060 escorpiones. Nur, se dedicó todos esos días a leer, ver la tele y saludar a los curiosos que se acercaban a ver el espectáculo. Sólo salía de la jaula quince minutos al día para ir al lavabo, y dos minutos el día de su 27 cumpleaños, que coincidió en esas fechas, para cortar la tarta. No dormía más que cuatro horas diarias, porque los escorpiones son más activos por la noche. "Hay mucha tensión viviendo con ellos", afirmó Nur Malena Hassan, que se pasó cinco años entrenándose para acabar resistiendo las picaduras y el veneno de los arácnidos. Gracias a la inmunidad autocreada, pudo aguantar las diecisiete picaduras que le infligieron los bichos, lo que tiene muchísimo mérito, porque el veneno de los escorpiones contiene ochenta toxinas diferentes, diez de ellas tremendamente venenosas para el ser humano. Estas toxinas, nada más ser inoculadas por el aguijón del arácnido, viajan rápidamente por la sangre humana para atacar ahí donde más daño hacen: páncreas, corazón y pulmones. Cuando un escorpión alcanza a un mortal con su aguijón, lo primero que ocurre es que se le eriza a uno la piel, hasta ponérsele de carne de gallina. Después aparecen los síntomas del miedo: calambres, dificultad respiratoria, salivación, convulsiones, relajación del esfínter, fiebre y vómitos. Y de ahí al paro cardiaco, la pancreatitis o el edema pulmonar, hay un suspiro.
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