miércoles, 22 de junio de 2011

El motivo de la extinción de los dinosaurios sigue sin estar nada claro

La extinción de los dinosauriosLa extinción masiva que se produjo hacia finales del periodo Cretácico, hace unos 65,5 millones de años, y que acabó con el dominio de los dinosaurios en el planeta fue originada por el impacto de un asteroide.
La energía liberada por el impacto que produjo en Chicxulub, en la provincia mexicana de Yucatán, el asteroide fue un millón de veces mayor que la generada por la bomba nuclear más grande jamás probada y afectó a casi el 70 por ciento de las especies de nuestro planeta.
El meteorito produjo un cráter de casi 200 kilómetros de diámetro que fue descubierto en 1991 y se tradujo en terremotos de magnitud superior a 11 en el antiguo Golfo de México, provocando el colapso de las plataformas continentales, gigantescos tsunamis y el deslizamiento de grandes volúmenes de sedimentos marinos, apilados en esta compleja secuencia de depósitos.
Aunque este episodio se ha aceptado como la causa de la extinción masiva, algunos críticos continúan en desacuerdo, señalando por ejemplo que los microfósiles del Golfo de México muestran que el impacto sucedió bastante antes de la extinción y que podría no haber sido su principal causa. El vulcanismo masivo que produjeron las trampas de Deccan de la India alrededor de esta época también han sido propuesto como la principal causa de la extinción.

Teorías derrocadas
El grupo que cuestiona la hipótesis del impacto del meteorito se basa en el análisis de los sedimentos depositados alrededor del Golfo de México, donde se observan acumulaciones de diminutas gotas de material fundido (microtectitas) que fueron expulsadas tras el impacto de Chicxulub.
Según estos, la edad de los foraminíferos (fósiles microscópicos que ayudan a datar las rocas sedimentarias marinas que los contienen y a conocer sus ambientes de depósito) indica que las microtectitas de Chicxulub se depositaron unos 300.000 años antes, demasiado pronto como para que el impacto sea la principal causa de la extinción. En realidad los sedimentos con microtectitas fueron violentamente removilizados.
En cuanto a la hipótesis volcánica, a pesar de las evidencias de un vulcanismo relativamente activo en la India, los ecosistemas marinos y terrestres tan solo muestran cambios menores en los 500.000 años previos al impacto. Aunque se pueden emitir importantes volúmenes de azufre en cada erupción volcánica, dando lugar a aerosoles en la estratosfera, estos permanecen poco tiempo en la atmósfera, por lo que sus efectos ambientales adversos tendrían una corta duración.
En comparación, durante el impacto de Chicxulub se liberaron volúmenes mayores de azufre, polvo y hollín en pocos minutos, provocando perturbaciones medioambientales extremas como el oscurecimiento y el enfriamiento global del planeta.

viernes, 10 de junio de 2011

El submarino maldito

U-65Durante el verano de 1916, en los astilleros de Flandes se construía una flotilla de submarinos para la Armada alemana, inmersa en la Primera Guerra Mundial... Pero una viga destinada a la eslora de su cubierta mató a un obrero al soltarse de sus anclajes convirtiéndose en la primera víctima de una cadena de extrañas muertes ocurridas en torno al submarino U-65, buque que entró al servicio de la Marina Imperial en agosto de 1917.
En pruebas posteriores efectuadas junto a una flotilla de submarinos gemelos, las cuales se iniciaron sin problemas, el capitán ordenó la primera inmersión del U-65. El mar estaba en calma y había una brisa suave. Antes de sumergirse, el oficial mandó a un marinero ir a proa a realizar una inspección de las escotillas, esta era una inspección de rutina, pero en vez de efectuar la inspección, inexplicablemente, el marinero saltó por la borda siendo atrapado por el remolino del submarino.
Una vez iniciada la inmersión, el capitán decidió estabilizar la nave en los diez metros de profundidad, pero extrañamente ésta continuó descendiendo hasta chocar contra el fondo del mar, quedando inmóvil allí. Cerca de doce horas permaneció en esta dramática situación, filtrándose el agua y llenándose de gases, pero en ese momento, tan singularmente como se había hundido, comenzó a moverse y ascendió a la superficie.
Después de estos extraños sucesos, el submarino fue enviado a los astilleros para ser revisado en seco. A los pocos días fue declarado apto para el servicio, siendo aprovisionado y armado. Pero cuando se efectuaba esta maniobra, la cabeza de uno de los torpedos estalló matando al segundo teniente y a ocho marineros.
Fue remolcado al dique de nuevo pero en esos momentos un marinero aseguró haber visto al segundo teniente, muerto en la explosión, de pie en la proa y con los brazos cruzados. Al ser nuevamente reparado, y antes de iniciar la navegación, otro marinero que desertaría aseguró que él también había visto al segundo teniente en el mismo sitio.
Se le ordenó al capitán del U-65 zarpar con rumbo al estrecho de Dover, y durante todo el trayecto varios tripulantes aseguraron ver al oficial muerto. Uno de los testigos fue el oficial de servicio, quien aseguró haber visto su fantasma y cómo éste se desvanecía.
Al regresar a la base, ésta se encontraba bajo un fuerte ataque aéreo, lo cual no afectó a la tripulación ya que lo único que deseaban era abandonar aquella nave. En el instante en que el capitán bajaba la pasarela, murió al ser alcanzado por la metralla.
Todas estas muertes, que habían sido acalladas por la Marina, motivaron que los altos mandos de la marina imperial, para tranquilidad de los marineros, tomara la decisión de ordenar a un sacerdote que exorcizara el submarino. Pero al parecer no dio resultado, porque en la siguiente misión del UB-65 un tripulante se suicidó, un artillero se volvió loco y el primer maquinista se quebró una pierna.
El 10 de julio de 1918, el submarino norteamericano L-2 divisó un submarino alemán navegando a la deriva frente a las costas de Irlanda. El capitán del L-2 ordenó maniobrar para atacarlo. Al mirar por el periscopio notó una extraña figura que permanecía de pie, en la proa de la nave, con los brazos cruzados. A los pocos segundos una enorme explosión destrozaba al U-65.
¿Estamos ante una historia real o ante la típica leyenda de barcos malditos? El caso es que desde la Gran Guerra han ido surgiendo diversos testimonios de personas que afirman haber visto en el Atlántico lo que parecía ser un extraño submarino con alguien de pie sobre la proa. Quién sabe, tal vez el U-65 y su tripulación fantasma sigue navegando por esos mares.

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