martes, 17 de abril de 2012

Hay vida fuera de la Tierra

Si ciertas bacterias son capaces de sobrevivir a las condiciones más extremas de la Tierra, incluso sin oxígeno, es más que probable que podamos encontrarlas en otros planetas. Pero hasta que se descubran, los científicos deberán averiguar todo lo que estos microorganismos nos deparan aún en la Tierra.
Los humanos solamente comemos una cosa, carbono orgánico; y solamente respiramos otra, oxígeno. Así funciona la vida, o eso pensamos. Sin embargo, las bacterias comen todo tipo de materia (compuestos inorgánicos como el sulfuro, hidrógeno, amonio, entre otros), en realidad cualquier cosa de la que obtienen electrones, y pueden interactuar con cualquier elemento químico que aparece en la tabla periódica. En cuanto a lo que respiran, no es sólo oxígeno, sino también CO2, sulfito, nitrato y otras sustancias. Incluso son capaces de aprovecharse de una roca sólida como sustituto del oxígeno, es decir ‘respirar rocas’, como dicen coloquialmente los científicos al hablar del transporte extracelular de electrones descubierto hace dos décadas y que sigue sin aparecer en los libros de texto. Años más tarde descubrieron que al quitar la roca del experimento y añadir electrodos, lo único que ‘respiran’ estas mismas bacterias son los electrodos. Forman una capa a su alrededor y le proporcionan electrones, y por tanto energía.
Como estos microorganismos pueden comer cualquier cosa, los científicos probaron con residuos humanos e industriales para producir electricidad. Y lo consiguieron. (Igual a alguien le parece muy bonito para ser cierto, pues lo es, aunque no va a solucionar la crisis energética.) Pero no sólo se puede crear electricidad sino también purificar el agua y eliminar los contaminantes sin ningún soporte electrónico. En la actualidad se está intentando diseñar esta tecnología barata y ecológica en aldeas africanas donde la gente podría traer sus residuos cada día y obtener agua limpia a cambio. Así, en la próxima década veremos la primera aplicación legítima a este proceso, porque ya hay unas quince empresas de todo el planeta que están intentando aplicarlo. Es una buena tecnología verde que solamente usa materiales biológicos como fuente, trabaja muy rápido y produce bastante energía.
Recientemente, en el laboratorio se ha obtenido esta misma reacción de electrones y oxígeno utilizando bacterias que se pueden poner en un cátodo (electrodo negativo del que parten los electrones) para eliminar el platino, lo que para los microbiólogos es una gran victoria. Pero todavía hay más, aseguran que se podría conseguir todo un proceso bacteriológico con células solares, es decir, las bacterias se podrían alimentar de luz solar, y para ello no quedan más de quince años. Valdrá la pena esperar. No obstante, aún es necesario abaratarla si lo que se pretende es abastecer a todo un poblado de países empobrecidos. Hay una parte muy barata, la del electrodo que no cuesta casi nada y las bacterias que son gratuitas (puedes cultivar cuantas necesites), pero la otra parte requiere platino en el electrodo, que es lo que cataliza el oxígeno convertido en agua. Hasta entonces, la microbiología deberá intentar descubrir lo que oculta el microscopio. Por ahora, gracias a mejores métodos moleculares para ver a las bacterias, los científicos han descubierto que solamente somos capaces de cultivar cerca del 0,1 por ciento de todas las bacterias que vemos en el microscopio. Pero la pregunta que se hacen los microbiólogos es: “¿qué hacen realmente las otras bacterias que no podemos cultivar?”. Es completamente desconocido. Al mirar sus cromosomas se podría averiguar cómo actúan pero todavía no se ha probado; y no se puede demostrar si no se pueden cultivar.
De los microorganismos que ya se conocen, lo que más sorprende a los microbiólogos es lo resistentes que son. La vida microbiana se ha adaptado a la salinidad, a la temperatura, al pH, a la aridez, a la radiación, y a la presión. Durante años se pensó que uno de los lugares más desérticos de la Tierra -el desierto de Atacama en Chile- era estéril, pero al mirar en el interior de las rocas se observó todo tipo de vida. Río Tinto en Huelva (España) es otro de los lugares más fascinantes de la Tierra. Muchos de estos entornos extremos te hacen pensar de forma diferente sobre la posibilidad de encontrar vida en otros planetas, y Río Tinto es uno de ellos.
Desde que se empezaron a conocer las habilidades de las bacterias, el interés por hallar vida microbiana fuera de la Tierra creció. Las misiones del telescopio espacial Hubble han sido determinantes. En la última década sus datos han demostrado que existen millones de planetas que se parecen a la Tierra. Pero estos planetas están a muchos años luz de nosotros. Incluso si obtienes una señal de alguno de ellos (una que se pudo generar hace un siglo), llevará 1.000 años llegar allí a la velocidad a la que viajamos en la actualidad. Es fascinante pero frustrante a la vez. Pero los expertos lo tienen claro: “¡Es 100% seguro que hay vida ahí fuera!”. El problema es cómo encontrarla. Cuando una misión de la NASA planea ir a Júpiter o Saturno -al que se tarda ocho años en llegar-, o incluso más lejos, a Neptuno, el tiempo de ir y volver, si se está metido en el proyecto como científico, técnico, etc, has perdido un tercio de tu carrera, y a lo mejor fracasa… y renovar ese material humano competente tampoco es fácil.
Sin salir del sistema solar, desde el punto de vista de un microbiólogo, hay diferentes lugares en los que algunos organismos que habitan la Tierra podrían sobrevivir. Por ejemplo las lunas de Júpiter: Europa, Calisto y Ganímedes. No se sabe exactamente lo grueso que es el hielo ni cómo es el agua debajo, pero seguro que en cada una de estas lunas hay más agua de la que tenemos en la Tierra. El agua líquida es esencial para vida como la nuestra pero lo que es esencial es el líquido. Otro lugar donde buscar es una luna de Saturno, Encélado, que rodea uno de los anillos del planeta. Siempre ha tenido agua congelada. Titán, otra de las lunas de Saturno, no tendría vida como la conocemos porque hace demasiado frío, pero tiene metano y etano líquidos. Se supone que hay diferente tipo de vida allí, esta vida sería tan rara que ninguna de las reglas de química con las que hemos crecido tendría entonces sentido. Pero hasta que se descubran los primeros indicios de vida extraterrestre, hay mucho trabajo por hacer en la Tierra, porque aún se desconoce el potencial de la microbiología y es una oportunidad mayor de lo que uno imagina.
Y por último, recordar que el 99,9 por ciento de las bacterias son nuestras amigas. Muy pocas son realmente dañinas. El planeta y el cuerpo humano funcionan gracias a las bacterias buenas. Lo único es que todavía no hemos aprendido esta lección.

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