martes, 31 de agosto de 2010

Basura espacial

A la Tierra la rodean más de 15.550 escombros, desde viejos cohetes y lanzadores hasta satélites en desuso. La 'basura espacial' es la cantidad de satélites activos o inactivos que han sido lanzados o bajados de sus órbitas para ser hundidos en el mar, cohetes espaciales antiguos y en funcionamiento, y demás objetos, procedentes de la fragmentación de residuos generados por ejemplo en explosiones.
Sobre los países y organizaciones que desechan estos aparatos, de los 15.550 cuerpos espaciales, la 'Commonwealth of Independent States' (CIS), Reino Unido y sus ex colonias, es la que mayor cantidad de basura registra en el espacio, con un total de 5.833 objetos; seguida de Estados Unidos con 4.824, y de China con 3.388. Mientras, la Agencia Espacial Europea (ESA) es la entidad con menos basura espacial, con tan sólo 83 cuerpos, de los que concretamente 39 proceden de explosiones y 44 son cohetes, cuerpos y demás escombros. Después, hay países que independientemente de la agencia espacial a la que pertenezcan, también envían y "tiran a la órbita terrestre" aparatos espaciales. Así, sería el caso de los 472 de Francia, los 190 que tiene Japón, o los 170 de la India.
La NASA cuenta con el programa 'U.S Space Surveillance Network', una iniciativa del Ejecutivo estadounidense que detecta por radares estos cuerpos, que deben superar los cinco centímetros, los controla, cataloga e identifica, además de predecir cuándo y dónde caerán en la Tierra.
Por otro lado, un estudio de la Universidad inglesa de Southampton sugiere que el aumento de dióxido de carbono atmosférico, que provoca el cambio climático, no sólo elevaría el nivel del mar o derretiría a los glaciares, si no que también favorecería la proliferación de la basura espacial. Así, después de analizar información sobre treinta satélites en los últimos 40 años, este equipo de científicos ha confirmado que las capas superiores de la atmósfera están perdiendo densidad, como consecuencia del incremento del CO2, que hace que los satélites permanezcan en órbita hasta un 25 por ciento más de tiempo, aumentando la posibilidad de colisiones y accidentes espaciales. De esta manera, una nave que normalmente permanecería en órbita unos 25 años ahora podría hacerlo treinta por estos cambios en la atmósfera.

domingo, 29 de agosto de 2010

Los secretos del sueño podrían encontrarse en nuestro pelo

Según una investigación, comprender el reloj biológico y el sueño de una persona podría ser tan fácil como estudiar un mechón de su pelo, ya que los folículos pilosos registran la actividad de unos genes que influyen en el momento en el que nos quedamos dormidos y en el que nos despertamos. Este hallazgo podría suponer un avance para comprender mejor los trastornos del sueño, algunos sin cura a día de hoy.
Nuestros ciclos de sueño están controlados, en gran parte, por los llamados 'genes CLOCK', los cuales varían su actividad durante el día, marcando el ritmo de nuestro reloj biológico, el cual impulsa nuestros ciclos circadianos (que nos dictan cuándo despertar y cuándo dormir).
El descubrimiento de estos genes tuvo lugar hace una década dentro de investigaciones sobre los tiempos de sueño y vigilia establecidos por el ciclo circadiano, pero su estudio había dado resultados escasos y poco fiables hasta que un equipo de la Universidad de Yamaguchi (en Japón) extrajo estos genes de folículos pilosos y logró aislarlos de forma que pudo trabajar de forma independiente con ellos.
Bastó con diez pelos de la cabeza de una persona para obtener información sobre estos genes. A un grupo de personas se les obligó a cambiar sus hábitos de sueño en aproximadamente cuatro horas durante tres semanas. Comprobaron que los genes que influyen en los patrones de sueño habían modificado su conducta en dos horas, un desajuste que puede explicar fenómenos como el 'jet lag' o la fatiga pese a que aunque se duerma mucho tiempo, se haga a deshoras.
Más grave resultó cuando los investigadores comprobaron que en trabajadores que habían modificado sus turnos hasta en siete horas, la actividad de sus genes apenas había cambiado en dos horas. Esto significa vivir en un 'jet lag' constante, lo que puede desembocar en graves problemas cardíacos y cerebrovasculares.

viernes, 13 de agosto de 2010

Shackleton y su buen güisqui

Whisky de ShackletonEntre 1907 y 1909, Shackleton fracasó en varios intentos por ser el primero en llegar al Polo Sur. Su expedición se quedó sin provisiones cuando se hallaba a 160 kilómetros de un objetivo, que finalmente alcanzaría el noruego Roald Amundsen en 1911.
La odisea de Shackleton quedó en el absoluto olvido hasta el año 2006, cuando dos arqueólogos neozelandeses descubrieron varias botellas de güisqui atrapadas en el hielo debajo de una tienda de campaña en el antiguo campamento del explorador irlandés. Hoy, la caja con ese güisqui escocés en su interior ha sido abierta, más de un siglo después de ser enterrada bajo el hielo de la Antártida.
Así empezó todo...
Varias semanas después de que se iniciase el proceso de descongelación en una habitación del Museo de Canterbury, en la ciudad de Christchurch, la caja reveló su contenido: once botellas de la marca McKinlay & Co pertenecientes al explorador irlandés Ernest Shackleton. Las botellas estaban envueltas en papel y paja para protegerlas durante el viaje al continente helado que en 1907 emprendió Shackleton al frente de la expedición Nimrod.
Según los arqueólogos que han manipulado las botellas, el güisqui -destilado en 1896 ó 1897- se encontraba todavía líquido y en excelente estado de conservación pese a los temperaturas de 30 grados centígrados bajo cero que han soportado durante más de cien años.
Este preciado tesoro pertenece ahora a la Sociedad para la Conservación del Patrimonio Histórico de la Antártida de Nueva Zelanda, que extraerá muestras del alcohol antes de volver a depositar la caja en el mismo campo donde fueron encontradas en el año 2006, como obliga el tratado de preservación histórica firmado por los doce países que co-administran el continente helado. Así, las muestras, obtenidas con una jeringuilla a través del tapón de corcho, serán entregadas a la destilería Whyte & Mackay, que distribuye la marca McKinlay que intentará analizar la composición para duplicar una mezcla cuya receta original ya no existe.

jueves, 12 de agosto de 2010

Cuando el triunfo es sinónimo de vergüenza

"Quejarse está prohibido", este es el lema de las escuelas donde se forjan los nuevos talentos chinos del deporte... No obstante, muchas miradas nublan su vista ante las crueles condiciones de vida de las futuras estrellas chinas: duros entrenamientos y desatención en la educación en niños de cuatro a siete años de edad sometidos a escalofriantes estiramientos y ejercicios de impresión a diario y sin descanso.

Tortura china

Y es que triunfar en China supone tener la vida resuelta. Por ejemplo: Un campeón olímpico tiene su vida solucionada. En los pasados JJ.OO de Pekín el premio del Estado era de cien mil euros, pero los gobiernos locales daban más dinero, casa, auto... Una medalla podía suponer hasta medio millón de euros. Un auténtico dineral para ese país comunista. Así, la anfitriona china echó el resto reventando el medallero: 100 metales, diez menos que EE.UU. pero más valiosos por sus 51 oros. ¡Con su pan se lo coman!
En China hay 221 escuelas de élite, 11.600 especializadas en deportes, seis millones de jóvenes atletas... y una dureza, un castigo y una sin vergüenza que no afloja.

lunes, 9 de agosto de 2010

Pi

El número Pi sigue siendo un reto para los matemáticos. Ahora, investigadores japoneses y estadounidenses han establecido un nuevo récord en el cálculo de decimales para este número irracional.
Hasta la fecha, el máximo número de decimales logrados era 2,7 billones. Esta semana se ha doblado esta cifra, hasta los cinco millones de decimales. Los dos científicos que lo han logrado son el estudiante norteamericano Alexander Yi y el investigador japonés Shigeru Kondo.
Para efectuar los complejos cálculos se ha recurrido a un software especial y a potentes procesadores, y el tiempo que han tardado en sacar los cinco billones de decimales ha sido de noventa días.

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